sábado, 31 de diciembre de 2011

Plaza La Mera de Vinaròs: San Antonio de Padua

Texto y fotos:
CARLOS CATALAN FONT
Vinaròs, noviembre de 2011

San Antonio de Padua, Forcall (Castellón)


VIDA DE SAN ANTONIO DE PADUA
San Antonio de Padua nació en Portugal, en 1195, falleció en Padua (Italia) en 1231. Se llamaba Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo, nombre que cambió por el de Antonio al ingresar en la orden de Frailes Menores. Sus padres, jóvenes miembros de la nobleza de Portugal, dejaron que los clérigos de la escuela catedralicia de Lisboa se encargaran de impartir los primeros conocimientos, pero cuando llegó a la edad de quince años, fue puesto al cuidado de los canónigos regulares de la abadía agustina de San Vicente en las afueras de Lisboa, cuyos monjes de la orden de San Agustín eran famosos por su dedicación a los estudios. Dos años después, Fernando obtuvo permiso para ser trasladado a la abadía de la Santa Cruz, en el priorato de Coímbra, por entonces capital de Portugal, para continuar sus estudios, a fin de evitar las distracciones que le causaban las constantes visitas de sus amistades y las pasiones sensuales. En el verano de 1220 cambió de Orden y se hizo fraile franciscano. En ese momento adoptó el nombre de Antonio en honor de san Antonio Abad a quien estaba dedicada la ermita franciscana en la que él residía. Inmediatamente después se le autorizó para embarcar hacia Marruecos a fin de predicar el Evangelio. De regreso a Europa, la nave en que se embarcó, empujada por fuertes vientos, se desvió y fue a parar a Messina, la capital de Sicilia. Aprovechando su estancia, viajó desde la isla a la ciudad de Asís, donde conoció a San Francisco.

Vinaròs, calle Socorro (casa particular). San Antonio de Padua. Finales siglo XIX

En 1221 comienza su carrera como predicador viajando por todo el norte de Italia y el sur de Francia contra las herejías. Su primer campo de acción apostólica fue la Romaña donde le tocó enfrentarse al catarismo (herejía Albigense) A mediados de 1222, ya con buena salud, predicó en la catedral de Forli. Hacia 1224 o 1225, sus superiores lo trasladaron al sur de Francia, donde los albigenses tenían más fuerza que en Italia. Su método para combatir la herejía consistió en llevar una vida ejemplar, en charlas con los no creyentes y en catequesis para fortalecer la fe de los cristianos. Prosiguió su enseñanza teológica en Montpellier (donde se formaban los franciscanos y dominicos que iban a predicar en la región) y Tolosa (ciudad con fuerte presencia albigense), además de ser guardián del convento de Le Puy-en-Velay (al oeste de Valence y Lyon) y, desde el capítulo de Arlés de 1225, custodio de Limoges.
A finales de 1225 participó en el sínodo de Bourges, que examinó la situación de la región. Antonio señaló a los prelados la necesidad de vivir sencillamente para dar ejemplo. El obispo de Bourges, Simón de Sully, respondió a sus palabras y aplicó en lo sucesivo la reforma de costumbres, ayudándose de franciscanos y dominicos para la evangelización de su diócesis. Por motivos de salud debió permanecer durante estancias largas en Padua (Italia), donde comenzó a escribir una serie de sermones, allí murió en 1231. Fue canonizado en 1232 y proclamado Doctor de la Iglesia en 1946. Su culto, muy popular, se generalizó a partir del siglo XV.

San Antonio de Padua, Plaza la Mera, Vinaròs

SAN ANTONIO DE PADUA EN VINARÒS
En la plaza de San Antonio también conocida como la Mera se sitúa el retablo de San Antonio de Padua. En junio de 1976, con motivo de la festividad de San Antonio, por iniciativa de las mayoralas de la plaza, se colocó el nuevo plafón cerámico en el lugar en el cual se encontraba el antiguo retablo. Aunque el primitivo representaba a San Antonio Abad y el actual al santo de Padua. El nuevo panel fue comprado al artesano ceramista de Onda, Sr. Salvador Vives. Es el retablo cerámico de mayor tamaño que posee Vinaròs, siendo su despiece de 8 x 6 = 48 azulejos. Iconografía: por lo general San Antonio es representado como un joven sin barba y de figura estilizada. Las pinturas más antiguas son más realistas, pero el barroco lo convierte en una figura feminoide. A partir del siglo XVII, se ha representado a San Antonio con el hábito más común de color marrón, con cordón de tres nudos a la derecha y el rosario a la izquierda. Siempre con el Niño Jesús en los brazos, ello se debe a un suceso que tuvo mucha difusión, se dice que un anfitrión del santo vio como el Niño Jesús visitaba a Antonio durante sus oraciones. En un momento dado, el amigo de Antonio se asomó por la ventana y vio al santo que contemplaba a un niño hermosísimo y resplandeciente que sostenía en sus brazos. En las representaciones más antiguas aparece San Antonio sin otro distintivo que un libro, símbolo de su sabiduría y enseñanza respecto a las Sagradas Escrituras, pero en la actualidad se le representa con un lirio en las manos, símbolo de pureza, en forma de una pequeña rama, nunca como una vara florecida, como en el caso de San José (sin embargo en el de Vinaròs sí que es una vara florida). En alguna ocasión también junto a una mula que, según la leyenda, se arrodilló ante el Santísimo Sacramento que mostraba el santo. San Antonio de Padua es el patrón de los pobres y de las mujeres casaderas para pedir un buen esposo, también se le invoca para encontrar los objetos perdidos.